De viaje a la India sin movernos del pupitre.
Este es el nuevo proyecto en el que me he embarcado con mis niños/as. Cada mañana, una nueva aventura me espera dentro de una mochila: unas fotos de Gandhi, una guía rápida de viaje a Nueva Dheli, un paquete de arroz basmati, el olor a jengibre, comino, pimienta, masala (lo que inequívocamente se conoce en España como curry), el sonido de una pulseras de colores que tintinean al rápido paso de un pequeño, una música alegre al son de un sitar, una postal del Taj Mahal, un sari.
Los niños/as entusiasmados/as dejan de pestañear durante hora media para no perderse nada de lo que nos cuenta el padre de Clara. ¿Sabes? ¡habla Hindi!, ha vivido tres años en Nepal, al norte de la India, y conoce el país como si hubiera nacido en él. Al estilo Mary Popins, abre su mochila, y nos llena la clase de encanto. Nos enseña a decir nuestros nombres, a hacernos pequeñas preguntas, y hasta los años que tenemos. Escuchamos mil historias sobre los dioses hindúes que tienen cuatro y hasta ocho brazos, lógicamente, para poder ser más poderosos y hacer más cosas que los simples humanos.
Me regala unas preciosas pulseras rojas para adornar mis muñecas, son las que han de llevar las novias el día de su boda, nada de blanco, eso para los entierros, el rojo es júbilo, alegría, celebración.
Unas letras y un alfabeto distinto, las chuches típicas que comen los niños hindúes, resulta que allí comen garbanzos, guisantes, arroz y lentejas desidratados y los especian, pero a nosotros nos sabe a dulce, salado, picante... en realidad, no nos gusta mucho, aquí no estamos acostumbrados a esos sabores.
La generosidad extrema de este padre que acude con su kurta (túnica) y su topi (gorro típico del Nepal), que llena las cuatro esquinas de la clase de ilusión, de secretos, de sabiduría.
Con este proyecto que todos estamos trabajando se consigue que la India corra por las venas de todos los que estamos en clase, que la imaginación vuele, que la motivación fluya y el conocimiento arraigue.
A todo esto, no hemos hecho ni una ficha de la editorial: aburridas, repetitivas, insulsas... ahí se van a quedar hasta que mis niños/as se agoten y les canse el viaje en elefante.
Sin más material que aquel que los padres y madres gustosos traen de casa, libros, enciclopedias, globos terráqueos, material impreso de internet, películas, cuentos, cosas que compraron en un viaje, fotografías, dedicación, esfuerzo, colaboración.
Sin más material que mi tiempo y mis ganas.
NAMASTE. Una Guru orgullosa de su trabajo.