Estás aquí.
Has venido de puntillas, silencioso y cargado de ilusión. Como los Reyes Magos, que visitan tu casa bien entrada la madrugada sin hacer ruido. No los ves, pero han dejado allí su magia, sus sorpresas, tus deseos.
Cuántas veces habré fantaseado con este momento. Cuantas veces me he mirado en el espejo de perfil y he inflado con fuerza mi tripa, simulando estar embarazada ¿Me quedaría bien la tripita?
He soñado contigo, con tus ojos, con tus pequeñas manos, con el cuarto del fondo con las letras de tu nombre en la puerta. Pero al despertar, ya no recordaba si ponía "Mario" o "Candela".
Ahora me despierto por la mañana y siento la inmensa felicidad de seguir sintiéndote dentro. Eres una pequeña semilla de sésamo, tan insignificante encina del pan de una hambuerguesa, pero lo más grande para mí en la vida. Tu pequeño cerebro se está formando y buscas un recobeco en mi útero para descansar.
Duérmete, pequeño mío, aquí está tu orgullosa mamá, dispuesta a todo para hacerte la persona más dichosa dese este mismo momento.
Creces dentro de mí, respiras, te alimentas, vives... ahora eres yo, ahora somos 2.
Aunque en ocasiones no pueda evitar tener miedo a perderte, siento que no va a ser así, que te vas a quedar conmigo, que nos queda mucho por compartir juntos, mi niño, mi pequeña criatura.
Ya te quiero.