jueves, 15 de diciembre de 2011

No hay nada que me guste más que el sonido de tu risa.

Ni las olas del mar tranquilas sobre la arena,

ni el móvil dando vida a un mensaje de alguien querido,

ni las canciones del nuevo disco del Desván.


No hay nada que se iguale al romper de tus carcajadas.

Ni el tic tac del reloj que marca las 18.00,

ni el ring del timbre del colegio a las 14.00,

ni el din don de la puerta que trae ilusión.


No hay sonido más deseado, más esperado y sorprendente. Paradójicamente, tú ríes y nosotros lloramos.