Abril no quiere irse sin regalarnos antes un poquito de verano. Y el verano nos trae vacaciones.
Días largos para pasarlos tomando un Txacolí en Pamplona, para pasear por sus calles a la sombra del norte o disfrutar de la deliranza de los árbitros al son de unos "pasos".
Recibiremos a mayo abriendo el telón a la Gran Vía, el día 8 Madrid se volverá Chicago por unas horas, soñaremos despiertos, bailaremos dormidos.
Nuestra canción sonará 11 año después de la primera vez que la escuché. En mi antiguo cuarto mis posters adornaban las paredes y sonaba mi Wolkman. Ismael la cantará bajito el día 15 para nosotros, y aunque no lo haya hecho antes,esta vez, estoy segura de que lo hará.
El 26 me volveré loca, chillaré, perderé la razón, el cuerpo de una aolescente me invadirá cuando le vea. Él, el único, la razón de que ame la música, el flamenco y la poesía. Entraré en su paraíso, comeré su fruta prohibida y moriré en su veneno.
Dos días después, si resucito, tenemos una cita con el Lichis, que nos llene de Felicidad lo que queda de mayo, que nos cante con las entrañas su poesía de la calle. Con esto finalizaremos nuestro merecido mes de vacaciones.