viernes, 6 de mayo de 2011

Nueve años

Últimamente pienso mucho en ti. Fantaseo e imagino cómo sería todo si siguieras viviendo en la casa de enfrente. Seguirías cenando ensalada de lechuga, vestirías tu camisa azul de manga corta sin abotonar, charlarías con los taxistas a media tarde...




Todos los días pienso en ti, desde que te fuiste, sin que tuviéramos la ocasión de despedirnos. Pero hay momentos en los que te extraño desesperadamente. Me hubiera gustado que me vieras con mi toga y mi birrete azul, aunque para ti, el día que empecé mis prácticas, ya fuera "maestrina". Me hubiera gustado que me acompañaras del brazo hacia el sí quiero, para mí siempre fuiste "mi padre". Hubieras alucinado al enterarte de que tu bisnieta se llama Carlota y seguramente hubieras protestado por ponerle un nombre tan raro. Comprobarías con tus propios ojos que tu nieta Mamen es la mejor madre del mundo. Gonzalo tendría la suerte de poder hacerte reír.




No sé por qué la vida es tan caprichosa que tuvo que llevarte tan pronto. Mis ojos siguen llenándose de lágrimas al verte acostado, sobre la cama, aparentemente dormido, pero sin luz en tu interior. ¿Por qué de tantos recuerdos siempre se me aparece ése?




Ahora es inútil pensar en las cosas que podría haberte dicho y no te dije, me muero de rabia porque no puedas compartir conmigo lo feliz que ahora me siento.




A Candela le hubiese encantado tu barriga de sandía, tu inconfundible olor a eucalipto (a reflex) y tus caramelos de menta... hubiese mirado convencida de que es a ella, cuando la llamases Sebastiana y te hubiera comprado sin chistar dos cigarros en el quiosco. Hubiera echo suya la frase "tú no rulas bien" y las navidades serían las de antes en tu casa. Seguramente tendría el mismo miedito que yo cuando la mandaras a la planta de arriba a por los cubiertos...




Mi sentido común es consciente de que no puedes vernos desde ningún "más allá" ni "más acá", pero para mí sigues vivo en mis recuerdos. En todos los momentos en los que te pienso cuando quiero que los vivas conmigo, quisiera que los dos chocásemos nuestras barrigas de sandía.




Abuelo, te echo de menos.