Afortunadas las mujeres, afortunadas. Nosotras que sentimos la extraordinaria vida en el interior. Pura, nueva, radiante y creciente. Crece de lo que respiras, de lo que bebes del mundo, de tus andares... Dos latidos en un cuerpo para amar el doble, sentir el doble y vivir el doble.
La vida fluye y le hueles, le acaricias, mama de tus pechos... es el amor hecho persona, se ha creado de besos, caricias, pasión y deseo. No puede ser más prefecto, esa criatura es de los dos.
Afortunadas las mujeres dadoras de vida, felices, pletóricas de vientre abultado, divinas caderas ensanchadas y pechos enormes preparados para saciar el llanto y la soledad.
Afortunadas que durante unos años nos dejaron vivir esta experiencia de forma libre, desinteresada y con ilusión. Decidimos y parimos.
Que nadie convierta esta fortuna en desgracia, que nadie convierta este milagro en desdicha. Que no nos roben la libertad.