Madre mía!
Estoy atacaíta!
Despierta desde las 8 de la mañana, dando tumbos por la casa, yo no sé si hoy estoy así, qué será de mí dentro de tres meses...
Una mañana que ha empezado repleta de cosas por hacer desde ya, pero no sé si los nervios que tengo en el estómago me dejarán hacerlo todo y no queden cosas por el camino.
Qué mezcla de sensaciones: emoción, felicidad, impaciencia, alegría... todo eso me invade cuando sólo quedan unas horas para oir a Cristina decir alto y claro: "Sí, quiero".
AY! qué ganitas de estar de bodorrio, de ponernos guapos, de bailar con Cris hasta la madrugada.
Chicos, comienza la cuenta atrás, sincronicemos los relojes:
Quedan: 8 horas, 11 minutos y 32 segundos, 31, 30, 29, 28...
sábado, 25 de abril de 2009
domingo, 19 de abril de 2009
La Cristis
Dentro de un semana a estas horas, Cristina será una mujer casada. Descansará plácidamente y por primera vez, al lado de su marido, abrazados, felices, casados.
Todo ha sido muy rápido, "he conocido a un chico" y en menos de dos años "Me caso". Prepara la boda en cuatro meses, tiempo escaso para poder digerir una noticia de ese calibre y sin comerlo ni beberlo, me veo en su despedida.
El sábado, Cristina entrerá por la puerta de la Iglesia de San Martín, lugar que significa mucho para ella, donde ha acudido a la boda de grandes amigos. Ahora es ella la que radiente, blanca y nerviosa llagará al altar, y hará uno de sus sueños realidad. Allí estaré para verlo, para compartir con ellos su alegría, para emocionarme con sus gestos y escuchar las palabras que les unirán en el sacramento del matrimonio.
En estos momentos se me pasan por la cabeza miles de momentos vividos, con Cristina: Aquellos botellones en Santo Domingo y la torre lucía, tardes de piscina, confesiones, risas, fiestas en su pueblo, una boda en la playa, días del puerto, de ferias, noches de cartas, de copas, de bailes...
Más de una década compartiendo mi vida con ella...
Claro, así dicho parace que se va a morir más que casarse, en condiciones normales, no tendría porqué cambiar nada, el problema está que su vida cambiará por completo, ya no vivirá con nosotros en Plasencia, y por mucho que venga, no podrá ser como hasta ahora.
Sólo me queda desearle lo mejor, la mayor de la felicidad y de la salud para disfrutar de su marido y criar "todos lo hijos que Dios le mande" y que nosotros lo veamos.
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