Vamos a continuar un año más, con la tradición que puso en marcha mi cuñado Carlos hace algunos años. Voy a Intentar resumir en unas palabras lo que ha significado este año que ha acabado ya, ¡adiós 2010!.
Empecé el año de baja, una crisis de vértigo me tuvo mes y medio metida en casa, bien malita y bien aburrida, no es la mejor forma de empezar un año, pero es lo que tocó. Este año, mira por donde, parece que la historia se repite.
El segundo mes del año, me trajo una noticia inesperada, una noticia que cambiaría nuestras vidas para siempre, especialmente, la de mi hermana: estaba embarazada. Esta sorpresa nos cogió a todos desprevenidos, pero fue una de las mayores alegrías del viejo 2010.
En marzo llegó mi cumple, celebré mi último año en la veintena con tantas ganas que no recuerdo ni la mitad de las cosas que pasaron aquella noche. Esa ha sido mi última gran borrachera, el día siguiente, me prometí no volver a beber tanto y cuánto lo agradece mi cuerpito.
La primavera fue pasando entre cañas en la capacha, paseos al puerto, risas en el patio y más de una salida nocturna los jueves ( o los martes, o los lunes)... mientras, horas de conversaciones telefónicas contigo, ese horario de perros que nos mantenía de una punta a otra... hasta el viernes.
El curso terminaba y dejaba atrás excelentes compañeros, unos alumnos/as requetepreciosos y mi trabajo a cinco minutos de casa. Entre lágrimas, despedimos un curso loco a la espera de conocer si podría continuar con el sueño otro más, o por el contrario, acabaría en un nuevo destino.
Llegaron las vacaciones de verano, TORREMOLINOS, como si de una excursión de fin de curso se tratara, copas, chiringuitos, moscones... volver a los 16 años.
BARCELONA, increíbles días Rambla arriba, Rambla abajo, playa, amigos y por fin solos.
MÁLAGA, su feria, sus rebujitos, sus rumbitas, sus gente. Pescaditos, casetas y resaca.
Gargantas, pilones, río, cañitas, Martes Mayor... un verano 10, un verano 2010.
Llegó el nuevo curso, con él nuevos compañeros, nuevos niños, nuevas funciones... difícil aclimatarse a tantos cambios, estamos en ello. Todo ello se llavaba mucho mejor, al llegar a casa por la tarde y ver la luz en los ojos de mi recién nacido sobrino, Gonzalo.
Meses de tratamientos, de pastillas, de pruebas, de incertidumbre... el otoño huele a hospital, me mareo...
Por fin, 2 rayitas, SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, son dos rayitas, aunque una es muy tímida y no se ha coloreado tan rosa como la otra, son dos rayitas!!!!!!!
Desde ese momento no ando, floto. El final del año me ha dado la mayor alegría de mi vida, voy a ser madre, llevo dentro a mi niño latiendo, del tamaño de una uva, este año me sobran 11, tengo la mejor uva de la suerte.
... Y te tengo a ti, diciéndome a cada segundo que nunca he estado tan guapa. Acariciando mi tripita cada noche, cogiéndome de la mano cuando vemos saludar a nuestro pequeño en las ecografías.
¡Adiós 2010! me has hecho el mejor de los regalos posibles, en el 2011, le veremos la carita.