sábado, 26 de enero de 2008

Y pega la vuelta...

Te tengo que dejar, aunque me duela.

Te tendré que olvidar, aunque me cueste.

No me has fallado nunca, solo tú has sabido llenar estos años de momentos felices.

Me has dado independencia, autonomía, seguridad en mí misma, ahora soy YO más que nunca, y te lo debo a ti.

No sé qué será de mí el día que ponga punto final a todo esto, que salga por esa puerta... no sé si podré resistir verte con otras personas, pero voy a dejarte.

¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez? creí que jamás volvería a ser tan feliz.

Me has dado el mejor de los regalos con tu presencia, cuanto más te necesitaba. Contigo he vivido cosas nunca antes experimentadas, he llorado, he reído, he amado, he soñado...

No puedo imaginarme mi vida sin ti.

Te querré siempre.

Nº47, 2ºB.

sábado, 19 de enero de 2008

IVÁN





Mueves la boca cuando escribres; tus ojos oscilan de un lado a otro de una forma muy estraña cuando escuchas, señal de que algo ronda tu cabeza para responder.


Apilas las monedas de mayor a menor sobre el mueble de la entrada cuando llegas.



A pesar de haberte visto millares de veces desnudo, sigues cerrando la puerta del cuarto del baño.


Me das patadas dormido y no te duermes sin abrazar antes tu almohadón y a falta de uno, sabes como darle forma redondita a la sábana dejándome con los piecitos fríos.


Amante de los bizcochos caseros, rebañas la masa antes de cocinarla en el horno, y una vez hecho, raro el día que el bizcocho dura de un día para otro.


Dudas, piensas las cosas 12 veces, cambias de opinión y luego vuelves a la idea primera (que no estás del todo seguro que sea la idea acertada, mientras tanto, te has quedado sin uñas)


Te da miedo el compriso pero no dejas de comprometerte, te asustan los retos, pero los llevas hasta el final.


Porque eres único, escepcional e inimitable, enhorabuena.

jueves, 10 de enero de 2008

Paradoja

Porque no se puede llegar a la tolerancia, siendo intolerante.
Porque no podemos pedir comprensión desde la incompresión,
Porque no se puede exigir respeto si ere el primero que señalas con el dedo, discriminas, humillas
Porque no puedes llegar a la verdad con el engaño.

Aunque suene a topicazo, amar es dar sin esperar nada cambio.

TOLERANCIA, COMPRENSIÓN, RESPETO, VERDAD pilares fundamentales de una buena educación, si tú te crees el único capaz de transmitir estos valores, eso tiene un nombre: egoísta, y los egoístas no son de los que dan a cambio de no recibir nada.

Familia somos todos/as.

martes, 1 de enero de 2008

El cuento del camaleón


Había una vez un camaleón tan feo, tan feo , tan feo que vivía en una infelicidad absoluta. Pasó su triste infancia sin un solo amigo ya que su aspecto era tan desagradable que nadie osaba a acercarse a él. Tenía un color caqui, opaco, su piel era áspera y unas enormes berrugas en su chepa acrecentaban las naúseas de los pocos que se topaban con él.

El pequeño camaleón creció y se hizo adolescente, era un ser necesitado de los demás que hubiera hecho cualquier locura con tal de conseguir unas migajas de afecto.

Un día, salió al bosque, un día de otros tantos, de otros muchos pero, rompiendo su monotonía pasó algo que nunca antes había logrado experimentar. Un fuerte viento del sur le hizo volar sin saber la dirección a la que se dirigía, la arena metida en sus ojos, le impedía ver más allá de sus lágrimas, cual sería su sorpresa que cuando el tornado amainó, reposaba tranquilo sobre una amapola de un bello rojo intenso y suaves pétalos, pero... "¿cómo?" "¡Mi piel!", se preguntó, era idéntica a aquellos explédidos pétalos de la flor, aterciopelada, brillante, fogosa.

El animalito no daba crédito a lo que veían sus ojos, pensó estar en un sueño del que no quería despertar. Pero pronto se percató que era realidad, era precioso, llamativo, lo supo en cuanto todas las amapolas del bosque se acercaban extrañadas a saludarle pensando que era un forastero. Le adoraban, era el rey en el campo de amapolas, el mejor.El camaleón empezó a descubrir el poder de su piel y así, la cambiaba a su antojo en función de donde estuviera, si estaba con los girasoles, sus escamas chispeaban rayos amarillos y naranjas, cuando visitaba a los lirios, su blanco emanaba más pureza que ninguno, no había azucenas que pudieran igualar el color de la piel del camaleón cuando las imitaba.

La vanidad, empezó a apoderarse de él y recorrió todas las flores del bosque para poder demostrarlas que podría ser mucho más bello que todas ellas. Las flores empezaron a incomodarse con su compañía, ya no les interesaba su piel cambiante, no podían disfrutar de ella porque sus ojos llenos de avaricia, lo inundaban todo.

Una mañana de invierno, las flores decidieron descansar dejando caer sus pesados pétalos hasta la primavera y el camaleón se vió solo, sin sitios donde acudir, ni flores donde reposar. Se miró en un charco y no se vió, solo veía una piel transparente y unos ojos inexpresivos, el charco, al ver su cara de asombro, le preguntó: "¿qué clase de bicho eres? y "¿Cuál es tu color?" el camaleón, miró de nuevo su reflejo y le contestó: "no lo sé".