Quiero desayunarte.
Pegarle un mordisco a tus morritos de croissant.
Untar un poco de mantequilla sobre tu espalda y resbalar por ella como en un tobogán.
Relamer de la comisura de tus labios un fresquito zumo de naranja.
Sumergirme en tu taza de café caliente.
Quiero desayunarte todos los días.
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