domingo, 4 de noviembre de 2007

En una caja vacía

Camino entre tinieblas, me guío tocando con mis manos unas paredes de cartón que no parecen llevarme a nungún sitio.

El silencio se rompe con una voz quebrada que choca con las paredes produciendo eco. Intento ver de donde viene, pero por un agujero, un rayo de sol espléndido, sólo quiere que tenga ojos para él.

La voz intenta salir pero está prisionera en un cuerpo cansado. Ya fuera , tras la lucha con su propio aliento, la voz sale con rabia directa para llevarme con ella. Aterriza en un lugar antes desconocido, penetra en mis entrañas, las revuelve, toca donde sabe que me duele, me exprime hasta sacar una lágrima.

Me quedo muda, mi cuerpo no responde. Sólo y de forma automática, unos escalofríos me recorren la espalda de arriba a abajo, aunque el sol sigue templando y da más luz a la oscuridad. Una música lejana se introduce también en este estado de sock que me envuelve, la voz y la música se unen para dar sentido a las palabras, bailo a su ritmo, me dejo llevar por la armonía. Me siento feliz aquí.

Un aplauso sincero me despierta de mi ensueño. Cuarenta y dos lágrimas inundan mis mejillas.

Miro, oigo, pienso, siento, lloro... vivo.

2 comentarios:

José Manuel Díez dijo...

Qué poético, hija!!

:-)

Besos

Patricia dijo...

¿Has visto?

Igual un día de estos me dan a mí el Cáceres Patrimonio de la Humanidad...